La miopía es uno de los trastornos de la vista más habituales en las personas de todas las edades. Además, también es uno de los que más pueden incidir en la calidad de vida de los que la sufren y, por esa razón, todos los miopes con cierta graduación deben utilizar gafas, lentes de contacto o, en algunos casos, incluso operarse para eliminar dicha miopía.
Pero muchas veces no le prestamos toda la importancia a las consecuencias que puede tener la miopía en los más pequeños. Y es que es a las edades más tempranas cuando la miopía suele aparecer y progresar, en muchas ocasiones hasta que se completa el desarrollo físico y se llega a la madurez.
Pero la aparición de la miopía en los más pequeños también puede afectar en otros aspectos que hasta ahora no se conocían, o al menos no de un modo científicamente comprobado.
Los efectos de la miopía en el sueño
Según un estudio llevado a cabo en Japón y publicado en la revista Nature, la miopía afecta directamente a la calidad del sueño, aunque esto parece suceder solo en niños y, sobre todo, en los que tienen miopías elevadas.
Entre las conclusiones que se extraen de este estudio, se puede considerar que los niños con miopía más acusada son más proclives a acostarse más tarde, a despertarse más temprano y, también, a tener una calidad de descanso mucho menor que sus semejantes sin miopía o con miopía leve.
Esto es mucho más importante de lo que pueda parecer y las consecuencias de dormir mal y no descansar lo suficiente inciden de un gran modo en otros aspectos de la calidad de vida. Por ejemplo, el estado de ánimo y la tendencia a la depresión pueden verse afectados negativamente cuando no se duermen las horas necesarias.
Pero en el caso de edades tempranas, la calidad del sueño también puede afectar a la salud general del individuo y, lo que es más llamativo, también al crecimiento en la adolescencia.
Qué se puede hacer para atenuar los efectos de la miopía en los más pequeños
Lo más importante a la hora de prevenir o atenuar estos efectos de la miopía en los niños es una detección rápida. Es decir, cuanto antes se diagnostique la falta de visión en los más pequeños, mejor.
Además, cada vez son mayores las corrientes que tienden a una corrección completa de la falta de visión con las lentes para los niños, en lugar de una hipocorrección como se recomendaba antiguamente. Con esto, parece que la progresión de la miopía se ralentiza y, además, el descanso en la vista y el estrés en los ojos permiten un descanso mucho mayor y una conciliación del sueño prácticamente completa, con lo que se consigue una mayor calidad de vida.