La elección de unas gafas es algo que no se debe tomar a la ligera. Es cierto que hay un montón de opciones, casi infinitas, y que muchas veces la variedad tan grande nos puede llevar a confusión, pero se pueden seguir algunas indicaciones para tomar la elección más acertada.
Además de las cuestiones estéticas, uno de los factores que puede influir a la hora de elegir las gafas es el precio. En este sentido, mucha gente se ve tentada por ir siempre a las gafas más baratas, primando el ahorro sobre otros aspectos. Pero esto tiene sus riesgos, porque hay veces que los precios se reducen a costa de la calidad.
La calidad de unas gafas graduadas es algo muy importante, porque de ella puede depender nuestra salud visual, algo muy delicado si queremos conservar nuestros ojos, ya que son los únicos que tenemos para toda la vida.
Para empezar, el material de la montura ha de ser resistente y cómodo. Lo primero, porque no queremos que las gafas sean tan frágiles como para romperse o doblarse y, lo segundo, porque ha de adaptarse correctamente a la cara para permitir la mejor visión de un modo permanente.
En este sentido, hay que valorar si se prefiere primar la resistencia y durabilidad, para lo que habrá que optar por unas gafas con montura de acetato, o si es más importante la ligereza y el peso, en lo que suelen salir mejor paradas las gafas con montura de metal.
Sin restar importancia a las monturas, la parte más delicada en unas gafas graduadas son los cristales. Escatimar en éstos sí que puede suponer una mala decisión, ya que puede afectar tanto a la eficacia de la lente como a la propia salud ocular. Por eso, nuestra recomendación siempre es elegir unas lentes de calidad, porque son las que más pueden garantizar una visión correcta.
Sobre el tipo de lentes graduadas, hay dos clases principales: lentes minerales y lentes orgánicas.
Las lentes minerales son las que se utilizaban tradicionalmente y que mucha gente conoce como «cristales de verdad». Éstas se caracterizan por ser más resistentes a las rayaduras, aunque también son más frágiles a los golpes y caídas. Hay que decir que, debido a ese riesgo de rotura, los cristales minerales ya no están permitidos en muchos países, por el riesgo de que se puedan romper y dañar los ojos.
Y, por otro lado, también encontramos las lentes orgánicas que, actualmente, son las más utilizadas y comunes. Pueden ser más proclives a las rayaduras, pero son más ligeras que las minerales.
A partir de ahí, a las lentes se les pueden dar distintos tratamientos, como el tratamiento de endurecido, para ser más resistentes a las rayaduras, o el tratamiento antirreflejante, que permite una mayor calidad de visión, a la vez que mejora la estética desde el punto de vista externo.
En conclusión, podemos decir que no hay que escatimar a la hora de comprar unas gafas graduadas. No solo por la salud y la seguridad, sino porque, a la larga, lo barato sale caro.