El ruido es un problema que, de hecho, afecta a la mayoría de las ciudades y lugares habitados del planeta. Una cuestión no sin importancia, dado que si bien una cantidad de ruido limitada puede ser considerada normal, la contaminación acústica es según la Organización Mundial de la Salud (OMS) uno de los factores ambientales más perjudiciales para la salud de las personas. De hecho el 53% de las personas están sometidas a ruidos perjudiciales continuos durante el día y el 71% durante la noche.
¿Qué es la contaminación acústica?
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico define la contaminación acústica como el ruido o las vibraciones que puedan causar molestias o daño a las personas o al medio ambiente.
El ruido es una onda que se propaga por el aire y se caracteriza por tres parámetros principales: frecuencia, presión sonora y duración. La OMS establece los 65 decibelios (dB) como límite para considerar el ruido ambiental, contaminación acústica durante el día y 30 dB para considerarlo durante la noche. Se vuelve dañino si supera los 75 dB y doloroso a partir de los 120 dB. El tiempo de exposición es decisivo a la hora de evaluar los daños que puede provocar y para ello se utiliza el Nivel de Ruido Equivalente, que mide la presión sonora y el tiempo de exposición.
Causas de la contaminación acústica
Las causas más habituales de la contaminación en las ciudades suelen ser:
- Los coches: el tráfico rodado es uno de los máximos generadores de ruido, con un simple claxon generando 90 dB.
- El tráfico aéreo y ferroviario: no se trata de un problema generalizado en todas las ciudades, pero el paso de un solo avión produce 130 dB.
- Bares, restaurantes y discotecas: el sector de la restauración y del ocio nocturno genera una cantidad de contaminación acústica considerable, tanto por su propia actividad como por el que producen las personas que lo frecuentan.
- Obras y áreas industriales: la construcción, rehabilitación y mejora de edificios e infraestructuras produce un ruido considerable en las ciudades, equivalente a 110 dB.
- Los animales de compañía: son también productores de ruido debido a aullidos, maullidos y otras situaciones.
Consecuencias de la contaminación acústica
Los problemas para la salud de la contaminación acústica son numerosos:
- Pérdida de audición y sordera. La exposición continuada a ruidos de alta intensidad puede ocasionar problemas relacionados con la audición e incluso en los casos más severos, pérdida parcial o total de la capacidad auditiva. En casos no absolutos la utilización de audífonos permiten contrarrestar la situación garantizando la comunicación y entendimiento.
- Problemas psicopatológicos como dolores de cabeza, colitis, aumento de la presión arterial, etc.
- Alteraciones psicológicas. La exposición continuada puede estar en la base de la aparición de estrés, ansiedad e incluso episodios depresivos. Asimismo, origina problemas para conciliar el sueño y evita un descanso reparador.
- Problemas derivados. La falta de concentración o el nerviosismo generado por los ruidos puede provocar problemas como la falta de memoria o la reducción del rendimiento.
¿Cómo evitar la contaminación acústica?
Si nos preguntamos cómo evitar la contaminación acústica, la respuesta debe dirigirse a la toma de conciencia del ruido que generamos cada uno de nosotros y a la adopción de una serie de hábitos y comportamientos responsables que eviten o minimicen la contaminación ambiental. Tal y como señala la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), algunas de estas medidas pueden ser:
- La educación medioambiental es fundamental para ser conscientes del problema y poder tomar las medidas adecuadas. Debe realizarse desde la infancia.
- Tener en cuenta las horas del día en el que se realizan las actividades, como por ejemplo no realizar obras en el interior de la vivienda durante las horas de descanso nocturno, ni utilizar electrodomésticos como el lavavajillas a altas horas de la noche.
- Limitar el tono de voz, los gritos o la música en espacios públicos que no estén convenientemente insonorizados.
- Controlar la emisión de ruidos en espacios particulares, como el ruido de la televisión o de la radio.
- Reducir el uso del vehículo particular a aquellas situaciones en las que sea absolutamente indispensable.
- Vigilar la intensidad de dispositivos individuales, como los auriculares al escuchar música.
- Utilizar algún tipo de elemento para protegernos del ruido si estamos expuestos a alguna intensidad de manera prolongada.
- Protegerse aislando nuestro hogar con paredes que contengan capas de materiales absorbentes y doble acristalamiento.
Si la pregunta se refiere a cómo reducir la contaminación acústica desde las propias administraciones, la respuesta es también sencilla:
- Promoviendo espacios protegidos de ruido.
- Desarrollando normativas coercitivas y correctivas.
- Realizando campañas de sensibilización.
- Impulsando la asistencia acústica de los edificios de nueva construcción.
- Asegurando infraestructuras que minimicen el ruido, como asfalto de bajo ruido en las carreteras o la construcción de barreras y paneles acústicos absorbentes.
- Defendiendo el uso del transporte público.
Con estos hábitos es posible reducir considerablemente la contaminación acústica y proteger nuestra salud.