Seguro que muchas veces has oído hablar de los riesgos que conlleva hacerse un piercing: posibles infecciones, rechazos o desgarros, pero es que, en el caso de aquellas perforaciones realizadas cerca de los ojos, ¡los problemas pueden multiplicarse!
Por un lado, si llevas gafas, una de las consecuencias más visibles es que el pendiente roza con la montura, produciéndose una irritación progresiva en la ceja. Y, si el pendiente se encuentra en el puente de la nariz, este contacto se vuelve permanente, ¿te imaginas tener un roce continuo?
Por otro lado, si no llevas gafas tampoco estás exento de riesgos… Algo que puede afectar a todas las personas que se realizan un piercing cerca del ojo es que, además de que se puede producir inflamación, infección o parálisis del párpado, los músculos que se encargan de los movimientos faciales también pueden verse afectados.
Y a esto debemos sumarle el riesgo de que, al caernos o sufrir un golpe, se provoque una herida ocular o algún otro tipo de lesiones.
No obstante, si estás decidido a hacerte un piercing cerca del ojo, nuestro consejo es que busques un centro que garantice unas medidas higiénicas óptimas, que cumplas con los plazos de cicatrización antes de cambiarte el pendiente (suele ser de 6 a 8 semanas) y que, cuando lo hagas, elijas siempre pendientes pequeños que no rocen con tus gafas.
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