Con la llegada del horario de invierno aumentan las horas de conducción nocturna, manifestándose entre los conductores una pérdida natural de la calidad visual y algunas alteraciones visuales, como la miopía nocturna. Con el objetivo de concienciar y formar a los conductores en la importancia de la salud visual, la Fundación Alain Afflelou y el Real Automóvil Club de España, RACE, presentaron el informe Conducción y Visión nocturna en el que se analiza el sistema visual y los riesgos asociados a la conducción durante la noche.
Según datos de la DGT, durante la noche se produce el 40% de las víctimas mortales por accidente de tráfico, a pesar de ser la franja horaria con menor intensidad circulatoria. Entre todos los factores de riesgo asociados a la conducción nocturna, se hacen presentes la pérdida natural de agudeza visual del conductor y la aparición de problemas oculares, como la miopía nocturna y la pérdida de sensibilidad al contraste, es decir la dificultad de distinguir una figura sobre un fondo, como puede ser un peatón o un animal que invade la calzada. De hecho, en carretera durante la noche, se produce el 72% de los atropellos a peatones, y el 83% de los atropellos a animales.
Una de las conclusiones de la encuesta, realizada a una muestra representativa de la población española de conductores, indica que al 43% de los conductores no le resulta seguro conducir por la noche por pérdida de su capacidad visual. Así mismo, el 32% de los conductores diagnosticados por problemas de visión (el 56% de la muestra estudiada) manifiesta tener serias dificultades visuales, especialmente durante la conducción nocturna. Entre los síntomas más frecuentes que detectan estos conductores se encuentran la sensibilidad al deslumbramiento de otros vehículos y la visión borrosa.
El 10% de los conductores estudiados (lo que significaría más de 2.500.000 del censo actual), afirma haber sufrido una grave situación de riesgo durante la noche por un problema relacionado con su visión. Entre las situaciones de riesgo más frecuentes se encuentran el riesgo de atropello a animales y peatones que invaden la calzada, el riesgo de colisión por alcance a un vehículo parado y el riesgo de no percibir la información de las señales de tráfico.
Del análisis del sistema visual durante la visión nocturna, se concluye que el ojo humano no está evolutivamente adaptado para este tipo de visión, dadas las altas diferencias de luminancias que se producen localmente en una escena de tráfico, por ejemplo, entre la luz artificial de los faros del vehículo y un peatón circulando por el borde de la calzada. Esta intensidad de luz artificial de los faros del vehículo puede suponer sensibilidad al deslumbramiento del conductor, que en algunos casos disminuye el contraste (capacidad de percibir una señal de tráfico o peatón), e incluso pude impedir la visibilidad completa. Este problema puede agravarse con determinadas enfermedades oculares, como cataratas o glaucoma.
Otra alteración visual que afecta a los conductores es la miopía nocturna, se trata de dificultad para ver nítidamente durante la noche, aunque estos conductores tienen buena visión diurna, por la noche se vuelven miopes. Este problema puede corregirse con lentes oftálmicas o de contacto.
Para fomentar hábitos saludables, es importante concienciar y formar a los conductores sobre el estado de su visión. La tercera edición de la Campaña “Cuida tus ojos, ellos también conducen”, se ha centrado en difundir entre los conductores la importancia de una buena salud visual para la conducción nocturna y lanzar una serie de recomendaciones mediante la distribución de material divulgativo en ópticas, oficinas RACE y estaciones ITV.