Caras de satisfacción en los seis voluntarios de la Fundación ALAIN AFFLELOU al final de su segundo día de revisiones. Tras la tormenta de arena vivida ayer en Om Lahdej durante su jornada de estreno, hoy, en condiciones normales en el pueblo de Hassi Labiad, han realizado unas 250 revisiones. Se trata de una cifra alta y ajustada a la población de esta localidad, de unos 300 habitantes.
“Se nota que este pueblo está mucho más avanzado y organizado, y que cuentan con una asociación que puso en marcha, en su día, El Desierto de los Niños”, nos cuenta Cecilia, nuestra voluntaria de ALAIN AFFLELOU en Deusto. Algo que también piensa María, de O Carballiño: “Sí, todo ha sido mucho más fácil, lo que nos permite hacer mejor nuestro trabajo e ir más deprisa. Sobre todo se aprecia en que algunas personas ya han vivido revisiones realizadas años atrás por la Fundación. Aquí, por ejemplo, los niños apenas tenían miedo y no estaban tensos como los de ayer en Om Lahdej”.
Lidia, de Santander, incluso va más allá: “Yo diría que algunos niños, los de 10 a 14 años, hasta son pícaros; cuando les entregamos las gafas de sol, nos hacen saber con una sonrisa que las que les gustan son las de cristal de espejo, las que están de moda aquí”.
De picardía también nos habla Rubén, de Mataró, cuando ha visto “que un niño se ha escondido las de graduación 7 de hipermetropía que le entregó el año pasado la Fundación. La traductora me ha dicho que lo ha hecho porque creía que, si le veíamos las gafas, este año no le haríamos la revisión. Y por supuesto que repetimos revisiones; concretamente este pequeño mantenía su vista estable”.
Para Marisa, voluntaria de ALAIN AFFLELOU de Vilanova, coincide con las reflexiones de sus compañeros y explica por qué en algunas ocasiones han tenido que apagar la luz de la sala de revisiones. “La razón es sencilla: para la revisión de varias personas hemos tenido que utilizar el retinoscopio, lo que nos obliga no sólo a apagar la luz, también hemos tenido que tapar las ventanas con mantas. Por ese motivo un señor mayor, que tenía cataratas, nos ha preguntado que si también operábamos. Evidentemente le hemos dicho que no, pero ojalá algún día también pueda hacerse”.
Sonia ha valorado muy positivamente “la buena organización para hacer las revisiones y la ayuda recibida por parte de algunos miembros de la caravana de El Desierto de los Niños. Nos viene muy bien que muevan cajas, coloquen gafas… Eso nos lleva tiempo, y si lo pueden hacer otras personas, nos permite centrarnos en las revisiones”. Nuestra voluntaria de Valencia, siempre muy espontánea, ha querido que remarcáramos que “los pinchos morunos de la comida estaban buenísimos”, algo en lo que han estado completamente de acuerdo todos sus compañeros. Está claro que la comida de aquí les está gustando.