En principio, lentes de contacto y niños son dos elementos que no parecen encajar. De hecho, más bien parece un camino hacia el desastre. Sin embargo, la realidad es que, dependiendo del carácter del niño, pueden ser una opción factible.
Algunos niños, sobre todo cuando ya alcanzan la pre-adolescencia (entre 10 y 13 años), presentan problemas a la hora de ponerse las gafas, sobre todo por motivo estético. Hoy en día, las gafas no sólo se consideran una ayuda visual, sino que también son vistas como un complemento de moda, por ello existen multitud de modelos de gafas que mejoran nuestro aspecto físico. No obstante, los niños pueden llegar a sentirse diferentes al resto de sus compañeros o amigos al cambiar su imagen. Por ello, muchos padres nos preguntamos ¿a qué edad pueden empezar a utilizar lentillas?
¿Cómo saber si están preparados para esa responsabilidad?
El uso de lentes de contacto no es una cuestión de edad, sino de disciplina o carácter. Hay niños pequeños que están preparados para usarlas a diario y, por otro lado, algunos adolescentes no deben llevarlas nunca.
Anatómicamente, los ojos de un niño pueden tolerar las lentillas desde una edad muy temprana (entre los 6 y 8 años). Incluso algunos bebés llevan lentes de contacto debido a que padecen cataratas congénitas u otras afecciones oculares.
Aquí tienes algunos puntos a considerar para ayudarte a decidir si las lentes de contacto son una buena idea para tu hijo/a:
– Observa cómo gestiona tu hijo otras responsabilidades. ¿Tiene buenos hábitos de aseo personal?, ¿es capaz de mantener su cuarto limpio?, ¿realiza sin problemas tareas escolares y domésticas?
– Si tu hijo necesita que le recuerdes a todas horas, normas básicas de higiene personal y limpieza, está claro que no está preparado para la responsabilidad de usar y cuidar las lentes de contacto. Por el contrario, si gestiona bien estas tareas, podría ser un candidato perfecto para ellas.
– Tiene que ser capaz de seguir las mismas instrucciones de uso y limpieza cada día.
– Normalmente, cuando aceptan la responsabilidad de forma voluntaria y son disciplinados con sus rutinas, están preparados para usar lentes de contacto. Además, la motivación que tengan ellos para llevar las lentillas también contribuirá a que sean estrictos en seguir las normas de uso.
Problemas si no se emplean correctamente las lentes de contacto
Como padre y responsable del bienestar de tu hijo, tienes que ser consciente de que llevar puestas las lentes de contacto más horas de las recomendadas, quedarse dormido con ellas o limpiarlas mal, puede causar problemas que pueden llegar a ser serios en su vista. Como:
Sequedad ocular: se agrava con el uso inadecuado de las lentillas. No se produce suficiente lágrima para mantener la hidratación de la córnea, lo que ocasiona fatiga ocular, sensación de arenilla en el ojo, alteración de la vista, etc. Es una de las causas más frecuentes del rechazo de las lentes de contacto.
Conjuntivitis crónica: usar mal las lentes de contacto puede derivar en esta infección ocular que se localiza generalmente en la conjuntiva, bajo el párpado superior. Produce dolor, hipersensibilidad a la luz, enrojecimiento de los ojos y el rechazo de las lentillas.
Úlcera: es dolorosa y favorece la aparición de una infección ocular.
En cualquiera de estos tres estados, está contraindicado el uso de lentes de contacto, de manera temporal o definitiva, por indicaciones de tu experto en salud visual.
Ten en cuenta que cambiar a tu hijo de gafas a lentes de contacto no tiene por qué ser una decisión permanente. Es más, las lentes de contacto siempre necesitan una gafa de apoyo, para los momentos que hay que descansar del uso de ellas a diario y para mantener de forma adecuada nuestra salud visual.
Además si tu hijo no se adapta bien, o no asume bien la responsabilidad de usar y cuidar sus lentes de contacto, puede simplemente volver a usar gafas. Siempre puede probar de nuevo las lentes de contacto más adelante, cuando esté preparado.