Todo lo tienen que tocar, todo lo exploran con sus manos y después se llevan esas manos llenas de bacterias y suciedad a los ojos. Esta acción puede provocarles una infección desagradable.
Es importante detectar a tiempo estas infecciones oculares poniendo remedio o acudiendo al médico antes de que se complique más. Posibles señales que indican una infección ocular en tu hijo son:
Secreción amarilla o verde (pus) en el ojo.
Ojos enrojecidos.
Picor o dolor de ojos.
Después de dormir sus párpados amanecen pegados con legañas e incluso pus.
Después de limpiar bien los ojos, el pus vuelve a aparecer durante el día.
Si se detecta un abultamiento en el párpado superior o inferior.
Medidas de prevención y pautas de actuación ante una posible infección
Si detectas alguno de los indicios que hemos nombrado anteriormente, ¡que no cunda el pánico! Sigue las pautas que te recomendamos a continuación para que la infección no se agrave ni se contagie al resto de la familia:
1. Lava frecuentemente tus manos y la de los niños antes de que se toquen los ojos o los párpados y se contagie la infección.
2. Si el ojo está rojo o ha entrado suciedad o arena se debe limpiar bien con una gasa esterilizada y suero fisiológico.
3. Si algún miembro de la familia tiene un ojo rojo, o una infección ocular confirmada, es importante mantener su ropa de cama y toallas aparte, evitando que compartan objetos para que no haya contagio al resto de familiares.
4. No se debe tapar el ojo afectado del niño.
5. Si no mejora es fundamental acudir al médico para que valore la situación y recete los medicamentos adecuados para solucionar el problema.
Infecciones más comunes
Conjuntivitis bacteriana. El síntoma principal son los párpados pegados con pus después de dormir. Puede estar presente en uno o ambos ojos. Cuando es necesario se trata administrando antibióticos recetados por un oftalmólogo.
Conjuntivitis viral. El síntoma principal es el color rosado o rojo de la parte blanca del ojo (esclerótica). Además, los ojos también lagrimean frecuentemente. No hay pus. Al ser vírico los antibióticos no funcionan y se debe limpiar bien el ojo mientras dure la afección.
Cuerpo extraño (objeto) en el ojo. Pequeñas partículas como arena o suciedad pueden entrar en los ojos. La arena a menudo se atasca debajo del párpado superior. Si no se retira, puede desembocar en una infección ocular que no responde a las gotas para los ojos y produzca pus.
Celulitis orbitaria. Es una infección profunda del párpado y de los tejidos que lo rodean. El síntoma principal es tener el párpado rojo, hinchado y muy sensible. El ojo puede inflamarse e incluso cerrarse, normalmente en un lado. Puede ser una complicación de la conjuntivitis bacteriana ya que la infección ocular se propaga hacia el interior.
Orzuelo. Es muy característico y bastante común ya que el primer síntoma es una protuberancia situada en el párpado en la parte superior o inferior, similar a un grano. Suele producir dolor y sensibilidad a la luz.
Ten en cuenta que algunos de estos síntomas son similares a los que se presentan cuando el niño no tiene una visión correcta. Por ejemplo: enrojecimiento de los ojos e irritación o picor de ojos. Si observas que estos síntomas son habituales en tu hijo y no tiene ninguna infección, acude al especialista para realizarle una revisión y descartar posibles problemas visuales.
Los ojos de los niños son muy delicados y es importante cuidarlos y protegerlos de elementos que los puedan dañar. Así que recuerda la importancia de la higiene y mantener la calma si detectas una posible infección en los ojos de tus hijos. Con las medidas adecuadas, tu hijo pronto se recuperará.