Los voluntarios de la Fundación ALAIN AFFLELOU han culminado con éxito el recorrido de hoy… y han disfrutado del Medio Atlas, de las cumbres del Atlas y, en su parte final, de los primeros parajes desérticos del centro-sur de Marruecos. A todos les hubiera gustado poder pararse a conocer con tranquilidad algunos lugares especialmente bonitos del recorrido de 400 kilómetros, como las espectaculares cascadas de Ouzoud, pero apenas han tenido tiempo para ello.
A Cecilia, que ha estado a los mandos del furgón Hyundai H1 en la parte de montaña, le ha “encantando conducir por una carretera llena de curvas y con unas vistas increíbles”. Los organizadores le habían avisado de que el estado del asfalto era muy malo, con muchos baches, “pero la verdad es que a mí no me lo ha parecido tanto”.
Lidia también se ha quedado impresionada con los paisajes y los pueblos de la zona. “Me he quedado con ganas de más; hubiera sido perfecto poder visitar estos lugares, son espectaculares”. Y lo mismo piensa Marisa, que además quiere destacar y agradecer “los cánticos de bienvenida recibidos a la entrada del hotel de Boumalne Dades”. A continuación nos cuenta que se habría parado a conocer a cada uno de los niños, “algunos de ellos realmente pequeños”, que saludan efusivamente desde las cunetas.
Sonia hubiese hecho lo mismo, pero tanto ella como el resto de los voluntarios tienen claro “que no es algo bueno para ellos, sino todo lo contrario. Aunque de corazón lo haríamos, como realmente les ayudamos es si nuestro cariño, y todo aquello que les queramos dar, lo hacemos en las escuelas y de forma organizada. Así ellos se acostumbran a ir al colegio y aprenden que en las cunetas de las carreteras, que son peligrosas, no está su futuro”.
Rubén se ha quedado con ganas de conocer a las gentes de aquí, “pero tenemos poco tiempo y no nos lo podemos permitir. Seguro que mañana, cuando empecemos las revisiones, llegará el momento”. Mientras tanto él y sus compañeros voluntarios de ALAIN AFFELOU han podido disfrutar del “contraste de la nieve del Atlas y, unos kilómetros más al sur, de zonas realmente áridas y secas”. María lo resume de una forma contundente: “Hoy sí que he sentido que estaba en Marruecos. Al cruzar el Atlas, todo cambia”.