Las lágrimas son esenciales para humedecer y mantener limpia la superficie del ojo, y cualquier anomalía en la secreción de esta sustancia entre los más pequeños suele ser un motivo justificado de preocupación para sus padres. Hoy hablamos de la obstrucción congénita de la via lacrimal, una patología visual que afecta a la capacidad de segregar lágrimas de los recién nacidos.
¿Qué es la obstrucción congénita de la vía lacrimal?
Si la vía lacrimal, que es el conducto que conecta la glándula lagrimal (la esquina del ojo más cercana a la nariz) con la garganta y las fosas nasales, se tapona, el diagnóstico suele ser obstrucción de la vía lacrimal.
Si este problema de salud visual se da en bebés recién nacidos, ya estaríamos hablando de obstrucción congénita de la vía lacrimal, una enfermedad que se da en entre el 5 y el 15% de los neonatos.
Dada la alta cantidad de casos que se ven de obstrucción congénita de la vía lacrimal, el primer mensaje que queremos dar es de tranquilidad: no es una afección especialmente grave y tanto los métodos de diagnóstico como los diferentes tratamientos están muy estudiados y contrastados
Síntomas y diagnóstico
Aunque en muchos casos esta patología no produce molestias destacables al bebé, hay tres síntomas fundamentales que debes tener en cuenta para detectar la obstrucción congénita de la vía lacrimal:
– Lagrimeo excesivo: suele ser el síntoma principal y puede ir acompañado de alguno de los siguientes.
– Legañas en exceso.
– Enrojecimiento de los ojos.
– Aparición de un mucocele (un pequeño bulto en el ángulo interno del ojo)
Si crees que tu hijo presenta este cuadro sintomático, lo mejor que puedes hacer es acudir a un oftalmólogo. Para los médicos especialistas suele ser relativamente sencillo y muy poco costoso diagnosticar esta obstrucción.
Pese a que esta causa de lagrimeo suele ser bastante poco grave, desde la Fundación ALAIN AFFLELOU creemos que es aconsejable que lleves a tu niño al médico para descartar males mayores.
¿Cómo se trata la obstrucción congénita?
Lo primero que suele hacer el oftalmólogo es intentar masajear los conductos lacrimales de su paciente presionando el ángulo interno del ojo. Con ello, suele conseguir aumentar la presión del saco lacrimal y romper la membrana que provoca la obstrucción.
También se suelen aplicar compresas calientes en la zona, y en ocasiones se prescriben gotas de antibiótico para tratar infecciones secundarias paralelas a la obstrucción.
Si estas técnicas no funcionasen, existen diversas técnicas quirúrgicas, todas ellas con un porcentaje altísimo de éxito y con métodos contrastados.
Seguimiento
Desde la Fundación ALAIN AFFLELOU el mejor consejo que te podemos dar es que consultes con tu oftalmólogo cualquier duda que tengas posterior al tratamiento o a la posible intervención.
Quizás lo peor que tiene esta enfermedad es que puede volver a aparecer una vez que está curada, así que estate siempre con un ojo puesto en la salud ocular de tus pequeños.