El verano se acerca y ya casi podemos saborear esas ansiadas vacaciones de verano y el consabido bronceado. Sin embargo, con el buen tiempo llegan también los días intensos de sol y sus pequeños o grandes inconvenientes si no tomamos precauciones, como cremas solares o gafas de sol, sobre todo con los más peques.
Prevenir y proteger son las palabras claves. Cuando oímos esas palabras y las relacionamos con sol ¿qué imagen te viene a la memoria? Seguro que la primera idea en la que piensas es en la crema de protección solar para la piel. Tenemos mucha información sobre los perjuicios del sol en la piel, que son muchos e importantes si no se previenen. Sin embargo, los daños que provoca el sol en la visión son desconocidos o no le damos la importancia que merecen.
Del mismo modo que cuando vamos a la piscina, o en la playa embadurnamos a los niños de crema de protección solar, deberíamos tener la misma precaución con los ojos. Y no solo en la playa, sino también en la montaña y en cualquier otra circunstancia en la que la incidencia del sol sea potente.
Los ojos son principalmente acuosos y por eso absorben gran parte de la radiación infrarroja evitando que alcance la retina. Lo que ocurre es que nuestra pupila ajusta automáticamente su diámetro según la cantidad de luz. Sin embargo, a veces, estos mecanismos de protección se deterioran por un exceso de radiaciones nocivas, la mayoría procedente del sol.
Situaciones en las que las gafas de sol son imprescindibles por la radiación
Existen ambientes de riesgo en los que el nivel de radiaciones nocivas es muy elevado. Estos riesgos dependen de los siguientes factores:
1.- A mayor cercanía al ecuador, mayor riesgo.
2.- Los niveles de radiación son mayores en altitudes elevadas.
3.- Hora del día. A partir de mediodía, los rayos solares recorren menos espacio hasta incidir en nuestros ojos.
4.- El agua, la nieve e incluso la hierba pueden reflejar gran cantidad de radiación ultravioleta.
5.-Época del año. En verano la luz solar incide en un ángulo diferente al resto de estaciones y, por eso, su intensidad es mucho mayor.
6.- Medicación. Algunas medicinas pueden incrementar la sensibilidad a la radiación.
Los daños solares en la visión permanecen
Los daños que producen los rayos ultravioletas en los ojos son acumulativos. Es como la piel, tienen memoria y no desaparecen con el tiempo.
Es importante ser consciente que las radiaciones ultravioletas del sol producen daños tanto a corto plazo como a largo plazo. Veamos:
– Daños radiaciones ultravioleta del sol a corto plazo (quemaduras solares de la córnea, conjuntivitis alérgica, maculopatías)
– Daños radiaciones ultravioleta del sol a largo plazo (cataratas, inflamación de la conjuntiva, degeneración macular).
Por eso, es fundamental fomentar el uso de medidas preventivas como gorras y gafas de sol tanto en adultos como, sobre todo, en niños para evitar la excesiva exposición solar.
Según los especialistas los niños tienen recomendado el uso de gafas de sol desde los seis meses de vida. Pero, no sirve cualquier gafa de sol, es necesario que cumplan con la regulación europea y que posean un Filtro UV 400, que protege cerca del 98% de las radiaciones de rayos UV.
Las gafas de sol adecuadas para los niños son fundamentales ya que su cristalino es casi transparente hasta los diez o doce años y sus ojos absorben toda la radiación. Olvídate de las gafas que no ofrecen ninguna garantía y que seguro no cumplen con la reglamentación de la C.E. A veces, unas gafas sin los filtros adecuados son más perjudiciales que no llevarlas, por ello, sé prudente a la hora de adquirir unas gafas solares para tus hijos.